viernes, 21 de septiembre de 2012

School sucks, pero PPeor será de aquí en adelante.

¡Yo quiero estudiar aquí!
El lunes fue el último primer día de instituto de mi vida, a no ser que me de por los porros, la droja, los pendientes, el chándal,... never say never (o por Justino). Back to black, más bien to green, pues nos espera una añico cargado de camisetas verdes, gritos, carteles (que me gusta a mí hacerlos una cosa loca), y CODOS. Y es que en Junio me toca a mí lo de los nervios viscerales, el nudo en el estómago, estudiar ab nauseam y ,chanchan-chanchan, ELEGIR FUTURO (en serio). Así que, más me vale (si no quiero acabar en los porros, el chándal, etc, etc) sacar nota para traducción en Granada, Sevilla o Córdoba (¡¡¡¡¡GRANADA!!!!!).

Pero antes de esa puta mierda tengo que lidiar con las seis horas de sauna con overbooking(ahora) y saturado frigorífico (después) diarias, los profesores hps, los comentarios de texto y los apuntes dictados desordenadamente. Pero, afotunadísimamente, que ya era hora, no tengo ni una jodida mancha fea en mi horario, aunque latín aspire a serlo. Y, atención,: ¡¡TENGO LITERATURA UNIVERSAL!!, eso sí, compartida con insensibles que pidieron informática antes de que el director se inventara que ésa no es asignatura para humanidades, pero al fin y al cabo es literatura y son las más mejores cuatro horas de la semana.

Sin embargo, no tengo tutor/a. Ea, así soy yo, tierra de nadie. Me explico: como soy bilingüe, de letras, de humanidades y  de literatura, no ha habido manera de encontrarme un profesor que quisiera ser tutor y me diera clase, así que, si los profesores hps me ponen la nota que les diga su madre (en lo que tengo experiencia, ejem, ejem, CMC, ejem), ¡nadie me defenderá! Es por eso que he echado talante y me dejo el pavo en casa, bajo la almohada, junto al pijama. ¿Es eso lo de madurar? Sí, ¿no? 

Ich lerne auch Deutsch, por lo que voy a la Escuela de Idiomas, exjoya del sistema educativo español. Cuando yo llegué, la eoi molaba: había clases de menos de diez personas (Klassen, porque the classes siempre han estado igual de saturadas), actividades culturales, fotocopias a tutiplén,... Pero desde que mi amigüito Rajoy se hizo dictador demócrata, o tienes suerte o te prostituyes para pagarte una academia privada. Eso les pasa, por ejemplo, a los de Segundo de Básico,veinte personas que no pueden ir a clase en el horario asignado, y como no pueden elegirlo, pues sólo hay un grupo (reducción de profesores, ya sabéis), la pelan, dejan el trabajo, aprenden online o se compran método por fascículos de RBA.

No sólo afectan los suPPerrecortes a los de segundo, que los de quinto tienen clase todos los días durante una hora porque las profesoras carecen de tiempo material para enseñar en un horario normal y corriente. Y claro, la pobre de mi profesora (austriaca, mu maja), acostumbrada al bienestar europeo, al tiempo libre, a pasearse descalza y a las manualidades, está estresadísima de la muerte. Se suponía que las reformas eran para ser como ellos, ¿no? Pues preguntadle dónde trabaja más y dónde cobra menos.

¿Y ahora encima vienen a vendernos lo de "el sistema educativo está fatal, fatal, F A T A L, fatalísimo, que si los alumnos, que si los profesores... y por eso hay que hacer una reforma educativa"? OMG, WTF? ¿Es que no la habéis liado ya bastante? Vale sí, school sucks, ¿pero es que no va apestar más cuando me convirtáis el instituto en una puta máquina del tiempo al pasado más negro de nuestra queridisísisisisma España? Ay, falangéfilos, ffalangéfilos everywhere.

En fin, lo de la nueva reformita da para entradas, y entradas y entradas. Algunas de las nuevas (que no buenas) son: el centralismo educativo que hará que sólo se estudie, por ejemplo, la historia de nuestra gran nación y no la de cada región, pues ¿por qué ha de ser importante saber de dónde vienen los andaluces si tienen que ser lo más patriotas? No vaya a ser que aprendan lo pobres que son, ¡que estamos en Europa! Y si no se relacionan con las niñas hasta su boda, pues mejor, que, objetivamente, el sexo fuera del matrimonio es tan pecado como la igualdad de género y la integración de los que no tienen ni casa.

Pues eso, que os busquéis ya la camiseta verde, os preparéis la voz si no queréis comprar vaselina, y vemos en las calles, gritando y con carteles (¡yo los hago!).
Ya os contaré cómo me sangran los codos.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Oigan ustedes, señoritas.


    Las enfermeras, esas señoras (o señoritas, dependiendo del paciente que las llame) a las que hace tiempo que se les ha olvidado lo que es estirar los labios, levantar los pómulos y enseñar los dientes, así como no comprenden palabras como gracias o por favor; eso no está en su vocabulario. El imperativo impera en los pasillos de los hospitales; la mala follá, hablando en plata.

    No les voy a pedir, señoritas, que vayan de habitación en habitación contando chistes, cantando, dando abrazos. Están ustedes trabajando, están ustedes hasta el coño de un trabajo caótico (otro día hablaré de la mala organización del hospital de Jaén) y difícil (si ya nos es complicado tratar con nuestros mayores, cómo no va a serlo cuando no son "nuestros"). Pero igual que cuando vamos a una tienda nos gusta que nos den los buenos días y las gracias, por educación, más que nada, también nos gusta eso en el hospital, donde, para más inri, la gente está en la chusta y no voluntariamente.

    Mi abuela lleva ingresada ya un mes (por eso estoy aquí escribiendo esto, no es que yo me vaya al hospital en mi tiempo libre a espiar a las enfermeras), y bastantes pesambres (pesadumbres en castellano) lleva ya la pobre para que le den una más cada vez que le traen la bandeja de la comida, o cuando tiene que llamar dos veces al timbre porque no vienen y encima le dicen que por qué llama dos veces, que si no se puede esperar, o cuando tienen que cambiarle el suero,... 
La palabra prohibida.

    Señoras (señoritas) enfermeras, ¿no podrían ustedes plantearse su trabajo con otra filosofía de manera que los únicos ceños fruncidos sean los causados por el dolor? Tienen ustedes en sus manos la vida de mucha gente, quienes las necesitan para cuestiones tan fundamentales como evacuar (cagar) y asearse, y no por gusto, que si ellos pudieran no estarían allí, ni os pedirían la cuña, ni los calmantes, ni los enemas, pero coño, la educación, que os la dejáis en la taquilla con la ropa de calle.

    No quiero generalizar, que hay dos o tres enfermeras muy apañás y a las que mi abuela les tiene un cariño..., pero igual que se dice que los funcionarios no hacen nada y a los profesores no les gusta su trabajo, oye, ¡las enfermeras     están siempre estreñías!

    Y cuando digo señoras, señoritas y enfermeras, también digo señores, señoritos y enfermeros.